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Es habitual que las embarazadas sientan algún temor respecto del parto, pero el tipo de trato que recibirán a la hora de dar a luz no debería ser uno de ellos.
Pese a todo, es alarmante la cifra de mujeres que sufren violencia obstétrica en todo el mundo; es decir, abusos y malos tratos durante el parto, incluida la obligación de someterse a determinadas intervenciones en contra de su voluntad. Se calcula que, en América Latina, alrededor del 43 por ciento de las mujeres sufrirá esta violencia.
Las parteras especializadas han recibido formación para ofrecer un abanico de opciones más amplio, de manera que las mujeres puedan tener el parto que deseen. Entre los muchos servicios clave que proporcionan, las parteras aumentan el número de partos sin riesgos y los convierten en una experiencia más positiva.
Por esta razón, el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) impartió formación en materia de derechos humanos y liderazgo a parteras en el Brasil, Colombia y México. El curso ha sido diseñado para reconocer y reforzar la importantísima función que desempeñan las parteras cuando se trata de lograr que los servicios sean equitativos, así como de prestar atención de alta calidad, libre de violencia y discriminación.
[En la fotografía superior] Leonor, una partera, atiende a una embarazada durante el parto en São Paulo. © UNFPA/Tuane Fernandes
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“No estaba segura de querer quedar embarazada de nuevo porque me asustaba la idea de ir al hospital”, cuenta Erika, quien sufrió violencia obstétrica con su primer hijo en São Paulo (Brasil).
El temor le estaba haciendo reconsiderar su deseo de aumentar la familia.
Cuando descubrió que existían alternativas al parto hospitalario, Erika quedó embarazada de su segundo hijo y fue atendida en un centro de maternidad.
“Aquí empoderan a las parturientas para que conozcan su propio cuerpo. Es una forma de proceder más respetuosa, que nos transmite mucha más confianza”, señala. “La forma en que traemos un bebé al mundo, un ser humano, una vida nueva… es muy importante”.
[En la fotografía superior] En el centro de maternidad Casa Angela, en São Paulo, Leonor practica acupuntura a Erika. Se trata de un método seguro y no agresivo, y se cree que puede ayudar a colocar al bebé en la mejor posición de cara al parto. © UNFPA/Tuane Fernandes
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“Quiero que todas las mujeres se sientan respetadas al recibir atención durante el embarazo, el parto y el posparto”, afirma Leonor, quien trabaja en el centro de maternidad Casa Angela de São Paulo, donde los servicios los prestan exclusivamente especialistas en obstetricia.
“Por desgracia, la violencia obstétrica es muy habitual; oímos muchas denuncias”, asegura. “Esto no solo lastima a la mujer físicamente, sino también desde el punto de vista emocional”.
Leonor considera que existe un factor discriminatorio y que la violencia obstétrica está vinculada con el racismo; una reflexión que confirman los estudios.
[En la fotografía superior] Leonor revisa unas ecografías. © UNFPA/Tuane Fernandes
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En Tumaco (Colombia), Elisa trabaja como enfermera jefa de la sala de partos del Hospital San Andrés. Ella también ha observado que las mujeres que tienen más probabilidad de sufrir discriminación en la vida cotidiana son quienes se ven más perjudicadas a la hora de dar a luz, especialmente las mujeres indígenas y las que viven en situación de pobreza.
“Tumaco es una zona apartada en comparación con otras partes de Colombia y ha permanecido desatendida a lo largo de la historia. Presenta un alto nivel de vulnerabilidad y muchos problemas sociales. El abandono político ha multiplicado los riesgos para las mujeres indígenas”, señala.
“El curso sobre derechos humanos es una gran experiencia de aprendizaje. Las parteras desempeñan un papel muy importante; asimismo, es fundamental respetar y valorar a todas las mujeres. El nacimiento y la atención deben ser humanos, decentes e interculturales”.
[En la fotografía superior] Elisa comenta que el curso sobre derechos humanos es una “gran experiencia de aprendizaje”. © UNFPA/Carolina Navas
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Para acudir a los servicios de atención obstétrica especializada desde algunas zonas rurales es necesario recorrer largas distancias, lo que significa que el acceso no es equitativo en la actualidad y esto puede dar lugar a crisis.
“Si una mujer de nuestra región sufre complicaciones, es posible que se vea obligada a viajar cinco o seis horas en ambulancia”, señala Elisa. “Hemos sido testigos de muertes maternas después de que las madres viajaran en canoa durante horas. Llegaron ateridas, con hipotermia”.
El UNFPA tiene la firme determinación de garantizar que todas las mujeres dispongan de acceso a servicios de atención materna y neonatal de calidad, y las parteras son el eje central de esta misión. Además del curso sobre derechos humanos y liderazgo, hemos ayudado a formar a más de 350.000 parteras hasta la fecha.
[En la fotografía superior] Elisa dirige a su equipo en un ejercicio formativo. © UNFPA/Carolina Navas
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Erika, residente de salud reproductiva y obstetricia, creció en el pueblo rural de Tetetla (México), donde fue testigo de cuán difícil era para las personas acceder a los servicios prenatales y de obstetricia.
“Lo que me motivó a volverme partera fue el amor y la dedicación por las embarazadas, así como por los niños y niñas de mi comunidad”, manifiesta. “Descubrir que las parteras especializadas podían ayudar a disminuir el número de muertes maternas fue mi mayor motivación”.
[En la fotografía superior] Erika desea ayudar a las mujeres de Tetetla, su pueblo natal, en México. © Tomas Pineda
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Erika está terminando su formación en el Hospital General de Tulancingo, en Hidalgo. Una vez obtenido el título, su sueño es trabajar con otras profesionales para que las comunidades rurales, incluido su pueblo natal, dispongan de más apoyo vital. “Si el hospital les queda demasiado lejos, ahora quizá tendrán otro sitio más cercano”, comenta.
[En la fotografía superior] Erika se toma un momento para reflexionar sobre su formación como partera. © Tomas Pineda
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En todo el mundo se necesitan 900.000 parteras especializadas más.
A fin de subsanar esta carencia, el UNFPA lleva a cabo labores en unos 125 países, con el objetivo de reforzar la formación de calidad en materia de obstetricia, así como de exigir que los responsables de la adopción de decisiones, los donantes y las instituciones sanitarias rindan cuentas de sus promesas de reforzar la atención obstétrica y proteger la salud materna y neonatal.
Según afirma la partera Leonor, es esencial que se reconozca a las parteras y enfermeras obstétricas como las especialistas que son, y que más mujeres tengan acceso a ellas.
“En el Brasil tenemos un modelo [general] en el que un médico dirige la mayoría de los partos hospitalarios, de modo que estamos cimentando nuestra autonomía como parteras, asumiendo este papel de liderazgo en aras de la salud materna”.
[En la fotografía superior] Las parteras proporcionan un gran número de servicios cruciales que salvan vidas. © Andrea Murcia
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Si no se proporciona atención especializada, no siempre se respetan las decisiones que toman las mujeres antes del parto.
Por ejemplo, en el Brasil, durante los primeros meses del embarazo, el 70 por ciento de las mujeres manifiestan que desean tener un parto vaginal; sin embargo, más de la mitad de los bebés (57,2 por ciento) nacen por cesárea, a pesar de que no todas estas cesáreas son inevitables.
En el caso de las mujeres que dieron a luz de forma natural, solo el 5 por ciento lo hizo sin someterse a intervenciones innecesarias, según indica un estudio sobre nacimientos en el Brasil.
[En la fotografía superior] Leonor ofrece opciones a las mujeres que atiende. © UNFPA/Tuane Fernandes
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En México, Erika también está interesada en reducir el número de cesáreas en el caso de mujeres que prefieren un parto vaginal.
“Podemos llevar a cabo algunas maniobras para que el bebé adopte la posición correcta, ayudamos a las mujeres a probar distintas posturas y acudimos a ejercicios como la psicoprofilaxis”, un método para sobrellevar el dolor del parto mediante técnicas de respiración pautada y relajación. Erika también ofrece opciones como la aromaterapia, masajes, música y parto en el agua.
[En la fotografía superior] Erika ayuda a las mujeres a ejercitarse y a encontrar posturas cómodas. © Andrea Murcia
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Leonor afirma que su papel no es dirigir, sino ayudar a las mujeres a tener el control sobre su propio parto y proporcionales conocimientos, habilidades prácticas y apoyo.
“Crear un vínculo durante la atención prenatal es muy importante”, señala, y explica que esto permite a cada mujer conocer al profesional que estará con ella durante el parto.
“Somos mujeres que cuidan de otras mujeres”.
[En la fotografía superior] Durante una clase de preparación para el parto, Leonor comparte información con las mujeres y sus parejas sobre las opciones de que disponen. © UNFPA/Tuane Fernandes
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Es hora de hacer que se materialicen las decisiones.
Los planes de parto se diseñan para ser adaptables, respetando las decisiones de las mujeres; desde la iluminación y la temperatura de la sala hasta las posturas que desean probar o la forma en que prefieren manejar el dolor.
[En la fotografía superior] Leonor ayuda a una mujer durante el parto. © UNFPA/Tuane Fernandes
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Leonor ayudó a dar a luz de forma segura a Téo, bebé que nació hace 11 horas.
[En la fotografía superior] Téo acurrucado en su cuna. © UNFPA/Tuane Fernandes
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“No parece que hubieras dado a luz hace [menos de] 12 horas”, dice Leonor mientras charla con Carolina, la madre del bebé.
Téo es el tercer hijo de Carolina. Del mismo modo que Erika, Carolina acudió al centro de maternidad Casa Angela porque no quería tener otro parto en el hospital.
Esta vez, afirma, “sentí mi fuerza femenina mucho, mucho más. Es lo que buscaba: sentirme libre de hacerlo a mi manera; me sentí exactamente como debía sentirme. Eso hace que el momento sea más especial”.
[En la fotografía superior] Leonor ofrece apoyo posparto, que incluye orientación sobre la lactancia materna. © UNFPA/Tuane Fernandes
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“Cuando nace el bebé, lo acercamos al pecho de la madre para que este sienta sus latidos”, dice Elisa, la enfermera jefa de la sala de partos del Hospital San Andrés de Colombia.
Describe cómo hacer lo mismo con el padre, para fomentar el vínculo entre los recién nacidos y los progenitores, y ofrece la posibilidad de que el padre o acompañante del parto corte el cordón umbilical si lo desea.
[En la fotografía superior] Yolimar sostiene en brazos a Brenda, recién nacida, mientras Giovani, su compañero, la observa, en el Hospital San Andrés de Colombia. Yolimar es venezolana, Giovani es indígena, ambos viven en una reserva rural. © UNFPA/Carolina Navas
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“Traer a una persona al mundo, que nazca sana, sin complicaciones, presentársela a su madre; dar la bienvenida a esa pequeña criatura es un momento de enorme felicidad”, afirma Erika, partera residente que ejerce en México.
[En la fotografía superior] Un bebé recién nacido llega al mundo tras un parto sin riesgos en México. © Andrea Murcia
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Elisa, que es enfermera, afirma que la formación del UNFPA ha ayudado a los especialistas en obstetricia a consolidar la salud sexual y reproductiva como un derecho. Estos “cursos extraordinarios”, dice, “me han cambiado como ser humano”.
Leonor, que es partera, comparte la misma opinión que Elisa. “Es importante que sigamos luchando por los derechos humanos”, afirma. “Cuando se llevan a cabo formaciones de este tipo, vemos las dificultades que siguen atravesando las mujeres; nos damos cuenta de todo por lo que aún debemos luchar”.
En un mundo en el que cada dos minutos muere una mujer durante el embarazo o el parto, las parteras salvan vidas.
[En la fotografía superior] Leonor sostiene a Téo en su habitación tenuemente iluminada. © UNFPA/Tuane Fernandes