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"Yo era una niña a cargo de otros niños"- Después de la violencia, las marroquíes se recuperan

Nuzha tenía apenas seis años cuando su padre la obligó a hacer tareas domésticas para mantener a sus hermanos. "Fui responsable para alimentar a toda la familia", dijo al UNFPA. © UNFPA Marruecos
  • 12 Diciembre 2018

RABAT,  Marruecos  "Siempre me sentí sola. Todas las puertas se cerraban". Durante 25 años, Alkabira* sufrió en silencio abusos físicos y verbales de su marido. "Deshecha...así me sentía".

Durante mucho tiempo había previsto poner fin a su violento matrimonio, pero su familia se oponía al divorcio. Ella sabía que un divorcio los avergonzaría.

Lo que más afligía a Alkabira era el impacto del matrimonio sobre sus hijos.

"Mi esposo nunca quiso mantener a la familia", admitió al UNFPA. "Mi hijo y mi hija tuvieron que abandonar la escuela muy jóvenes para ayudarme a mantener el hogar".

Alkabira no había previsto tener cuatro hijos. Su hermana había dado a luz a nueve, todos en casa, ya que su marido se oponía tanto a la anticoncepción como a las visitas al hospital. Alkabira temía una suerte similar.

"Mi hermana murió muy joven y dejó dos hijos con discapacidad. Su padre los mantuvo confinados en casa en todo momento".

El esposo de Alkabira también prohibió el uso de anticonceptivos. Según la Encuesta Nacional sobre Población y Salud Familiar de 2011, los hombres son el único decisor sobre planificación familiar en aproximadamente el 18 % de las parejas. Entre sollozos, Alkabira expresó que todavía se sentía culpable de haber sacado a su hijo de la escuela primaria para poder subsistir.

Su hija, por igual, sufría el peso de la violencia de su marido. Fue ella quien decidió romper el silencio, y de ese modo Alkabira se enteró de la existencia del Centro Al-Bathaa para sobrevivientes de la violencia basada en el género, que cuenta con el apoyo del UNFPA.

"El centro fue útil por el asesoramiento y apoyo psicológico que me brindaron", afirma. "Los especialistas jurídicos del centro también me ayudaron con los procesos legales".

Con el apoyo del centro, Alkabira encontró el coraje y los medios para finalmente divorciarse de su marido. Su único pesar, admite ahora, es no haber tomado antes la decisión.

Un nuevo inicio

La historia Alkabira no es única. La violencia contra las mujeres y las niñas es una de las violaciones más frecuentes de los derechos humanos en el mundo. En Marruecos, se estima que un 63 % de las mujeres de edades comprendidas entre los 18 y los 64 años ha sufrido alguna forma de violencia de género.

El UNFPA es uno de los principales organismos de las Naciones Unidas que trabaja para fomentar la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres, y para enfrentar las consecuencias físicas y emocionales de la violencia de género. Los programas del UNFPA ofrecen a las sobrevivientes asistencia psicosocial, tratamiento médico y kits de atención posterior a las violaciones, al tiempo que promueven el derecho de todas las mujeres y las niñas a una vida libre de violencia y abuso.

En el Centro Al-Bathaa, las mujeres también reciben capacitación y servicios de apoyo para la subsistencia.

Nuzha tenía apenas seis años cuando su padre la forzó a realizar trabajo doméstico para mantener a sus hermanos. "Yo era responsable de alimentar a toda la familia," relató al UNFPA. "Era una niña a cargo de otros niños".

Nuzha nunca fue a la escuela. Y aunque se considera afortunada por haber escapado el matrimonio infantil, no logró escapar de un embarazo precoz. Después del nacimiento de su hija, Nuzha se encontró sin trabajo y sin un sistema de apoyo. "Me encontraba totalmente sola. No sabía a dónde ir. Estaba completamente perdida".

En Marruecos, las madres solteras a menudo enfrentan el estigma y otros obstáculos al bienestar económico y social. Pero cuando se enteró del Centro Al-Bathaa, todo cambió, asegura Nuzha.

"En el centro encontré la calidez de la amistad, y un punto de apoyo. También tuve la oportunidad de aprender una profesión que me ha permitido levantarme de nuevo".

A través de colaboraciones con el Ministerio de Educación, el Ministerio de Salud y organizaciones de la sociedad civil de Marruecos, el UNFPA trabaja para mejorar el acceso de los jóvenes a servicios de salud sexual y reproductiva, y para ofrecer programas de preparación para la vida y apoyo psicológico.

La relación de Nuzha con su familia se ha beneficiado considerablemente del apoyo recibido en el centro; tanto es así, explica, que ahora sueña con comenzar su propio programa.

Alkabira también se ocupa de llegar a otras víctimas de la violencia basada en el género. "Ninguna mujer debería sentirse sola al enfrentar la violencia", sostiene.

                                                                                                                 – Aïcha Benhsine 

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