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Recuperar los sueños, los planes y el potencial de las madres adolescentes
- 07 Noviembre 2022
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GARABITO, Costa Rica – De tal palo, tal astilla: el hijo de Ana Francini González Avalos, Tairon, es un niño inquieto e inteligente de 7 años que sabe leer y quiere aprender mucho más. Fran, como le gusta que la llamen, siempre ha sido muy buena estudiante. Cuando era más joven, siempre aparecía en el cuadro de honor de la escuela, hasta que se vio obligada a dejar los estudios debido a un embarazo no intencional.
«Era una adolescente que tenía muchos sueños y metas; quería conquistar el mundo», cuenta la joven de 21 años. «Entonces, llegó un embarazo totalmente inesperado».
Fran se quedó embarazada a los 13 años, cuando cursaba sexto grado. Ni a ella ni a su pareja de entonces, un vecino de edad similar, les habían enseñado mucho respecto a métodos anticonceptivos o salud sexual o reproductiva. «Cuando creces en condiciones de vulnerabilidad, no sueles tener acceso a información científica y sensible que fomente la autonomía corporal», afirma.
Costa Rica, donde vive Fran, ha experimentado un importante avance en las dos últimas décadas en cuanto a la reducción de la tasa de natalidad en adolescentes, debido en parte a la mejora del acceso a la información y los servicios de salud sexual y reproductiva, incluida la educación sexual integral.
Pero para las mujeres y niñas que siguen quedándose embarazadas en la adolescencia (e incluso en la infancia) sigue existiendo el riesgo de problemas de salud, la negación del acceso a la educación y las oportunidades, la violencia de género y el estigma social.
Cuando Fran se quedó embarazada, le advirtieron que ya no podría estudiar ni seguir con sus metas, le dijeron: «Tu vida se acabó».
Rescatar los planes y los sueños
Los datos del UNFPA y del Instituto Nacional de Estadística y Censos revelan que, con el tiempo, los embarazos en la adolescencia se han vuelto más escasos en Costa Rica. En el año 2000, uno de cada cinco partos era de madres de entre 15 y 19 años. En 2021, esa tasa se había reducido a menos de uno de cada diez partos. Mientras, los nacimientos en niñas menores de 14 años disminuyeron de una media de 12 a la semana en 2000 a 4 a la semana en 2021.
Este descenso se ha producido tras una serie de cambios culturales, sociales y de políticas públicas, como la introducción de la educación sexual integral en los planes de estudio de las escuelas públicas en 2013 y una ley de 2016 que prohíbe el matrimonio en menores de 18 años. Mientras tanto, la cobertura de anticonceptivos modernos ha aumentado; en 2022, el 84 por ciento de las mujeres declararon que sus necesidades de métodos modernos estaban cubiertas.
«Hemos avanzado como país, pero todavía no hemos llegado a la meta», asegura el jefe de la oficina del UNFPA, Juan Luis Bermúdez. «Las acciones de prevención y de atención deben involucrar a las familias, comunidades, organizaciones sociales, instituciones y sector privado».
«Debemos mejorar la forma en que nos comunicamos con las personas adolescentes. También tenemos el reto de abrir más oportunidades a las madres para que no se vean obligadas a renunciar a sus planes y sueños».
«Apostar por nosotras mismas»
Hoy, Fran vive con su hijo en Garabito. Ella y su madre, que vive al lado, residen en una zona conocida como «tierras de nadie», llamada así por la incertidumbre sobre la propiedad de las tierras, que ha provocado el desalojo de algunos de sus vecinos.
La madre de Fran fue la que animó a su hija a retomar los estudios. Había dejado la escuela en 2015 debido a la dificultad de compaginar su horario de clases de 7 de la mañana a 4 de la tarde con el cuidado de su hijo. Pero tras participar en varios talleres de empoderamiento de madres adolescentes, algunos de ellos impartidos por el UNFPA, decidió retomar los estudios (a distancia, ya que seguía cuidando de Tairon) y progresó rápidamente.
Mientras tanto, el personal del UNFPA en las oficinas nacionales y regionales se dio cuenta de su pasión por temas como la defensa de la juventud, los derechos humanos y el fin de la violencia de género. La contrataron como facilitadora de varios campamentos, talleres y otras actividades. En estos eventos, Fran comparte sus conocimientos y experiencia en materia de salud sexual y reproductiva y habla de sus experiencias vitales con otras personas jóvenes.
«Junto con el UNFPA, he trabajado estrechamente con otras madres adolescentes. Nuestras realidades son muy difíciles y diversas, pero todas estamos marcadas por ser madres adolescentes en condiciones de vulnerabilidad», explica.
En la actualidad, Francini sueña con poder retomar sus estudios universitarios de psicología, un objetivo que dejó en suspenso tras la muerte del padre de Tairon a principios de 2022. También espera encontrar un trabajo a largo plazo para mantener su vida con Tairon y su pareja, Jimena.
Fran cree que historias como la suya pueden convencer a los líderes y a la sociedad para que amplíen y mejoren las oportunidades disponibles para las mujeres jóvenes y las niñas.
«[Necesitamos] ignorar todo lo que viene de fuera y que suele ser muy dañino (como las críticas, la discriminación o el estigma) y empezar a apostar por nosotras mismas, por nuestro potencial, por nuestras metas y sueños», dice. «Al fin y al cabo, una sigue siendo adolescente y quiere continuar estudiando, divirtiéndose y desarrollando su vida como lo hacía antes de su embarazo».