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Poniendo fin a la fístula obstétrica: Lesiones devastadoras y prevenibles siguen acosando a las mujeres
- 21 de mayo de 2019
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SIMIYU, República Unida de Tanzania - Keflene Yakobo intentó hacer todo lo correcto durante su embarazo. Aunque era joven —se casó a los 17 años y quedó embarazada a los 19— era diligente en los chequeos periódicos.
"Empecé a asistir a las clínicas prenatales tan pronto me di cuenta de que estaba embarazada, y continué durante todo el embarazo," aseguró la Sra. Yakobo recientemente el UNFPA.
A pesar de todos sus esfuerzos, el parto fue peor de lo que pudiera haber imaginado. La Sra. Yakobo terminó con una fístula obstétrica, una de las lesiones más graves y trágicas que pueden ocurrir durante el parto.
Una fístula obstétrica es un agujero entre el canal del parto y la vejiga o el recto causado por un trabajo de parto prolongado y obstruido sin tratamiento. Es una afección casi exclusivamente de las mujeres y niñas más pobres, vulnerables y marginadas.
"Las niñas y mujeres afectadas por la enfermedad, que en gran medida es prevenible y tratable, sufren a menudo de incontinencia crónica. Como resultado de esta, enfrentan un estigma social devastador", explicó la Directora Ejecutiva del UNFPA, Dra. Natalia Kanem, en su declaración conmemorando el Día Internacional para la Erradicación de la Fístula Obstétrica, que tiene lugar el 23 de mayo.
"La mayoría de las mujeres y niñas que padecen de fístula son pobres. La imposibilidad de recibir tratamiento médico no sólo las priva de su salud y dignidad, sino que es una violación de sus derechos humanos", agregó la Dra. Kamen.
La Sra. Yakobo no tuvo señales de alarma. "No se identificaron ni se sospecharon complicaciones. Fue un embarazo saludable, y yo esperaba el parto con ansias", recordó.
Hacia el final del embarazo, ella se quedó en casa de sus padres. Su casa estaba a 22 km del centro sanitario más cercano, así que cuando comenzó el trabajo de parto, su madre la llevó a una partera a 7 km de distancia.
"Ya había visto otras madres gestantes ir a las parteras tradicionales," admite la Sra. Yakobo. "Así que me sentí tranquila y pensé que todo iría bien". Pero su dolor se agudizó, y se prolongó por tres días. Finalmente salió la cabeza del bebé, pero el resto del cuerpo no salía.
La madre de la Sra. Yakobo alquiló un vehículo para que la llevara al centro sanitario más cercano. Trágicamente, el bebé murió. Y la Sra. Yakobo casi muere también. Fue hospitalizada durante cinco semanas con sepsis abdominal.
Para cuando le dieron de alta, era evidente que había desarrollado una fístula obstétrica.
Como muchas mujeres con esta afección, la Sra. Yakobo fue condenada al ostracismo. Su esposo la abandonó poco después de su regresa a casa.
"Fue una etapa muy difícil de mi vida", recordó. "La gente se reía de mí. No podía asistir a ninguna reunión social. No podía ir a la iglesia, y ni siquiera podía visitar a mis amigos. Algunos miembros de la comunidad me rechazaban por mi afección".
Cada año, unas 3.000 mujeres de Tanzania desarrollan fístula obstétrica, según estimaciones de Comprehensive Community-Based Rehabilitation in Tanzania (CCBRT), ONG que es una de las mayores prestadoras de servicios de discapacidad y rehabilitación.
Entre 2009 y 2011, el UNFPA se asoció con CCBRT para llevar a cabo un estudio piloto sobre la fístula obstétrica. Encontraron que los altos costos de transporte y de alojamiento impedían a muchas mujeres afectadas de fístula procurar tratamiento.
Con el apoyo financiero del UNFPA, CCBRT presentó una Red de Embajadores de la Fístula, en que los "embajadores" en las comunidades rurales identifican mujeres con fístula y las ayudan a procurar tratamiento. Los gastos de transporte, alojamiento, comida y tratamiento son abonados a través del sistema de banca móvil M-Pesa.
El programa ha sido todo un éxito. La Red de Embajadores de la Fístula, que ahora es financiada a través de la Fundación Vodafone y Vodacom Tanzania, está disponible en todas las regiones del país. Más de 3.000 mujeres se sometieron a reparación quirúrgica en 2018, según CCBRT.
La Sra. Yakobo fue una de esas mujeres. Un médico de Magu la puso en contacto con la red, que la ayudó a viajar a Arusha para una exitosa reparación quirúrgica.
También recibió asesoramiento y cursos de generación de ingresos. Estos servicios ayudan a las sobrevivientes a superar su aislamiento social y escapar de la pobreza que, en principio, las hace vulnerables a la fístula.
El UNFPA persiste en sus esfuerzos. Este mes, el UNFPA y el Gobierno de Tanzania presentaron la campaña “Jiongeze Tuwavushe Salama”, que persigue reducir la mortalidad y morbilidad materna y neonatal prevenibles en todo el país.
Con el apoyo financiero de la Agencia de Cooperación Internacional de Corea, el año pasado el UNFPA también ayudó a renovar cerca de 40 centros sanitarios públicos en la región de Simiyu. Las instalaciones se equiparon para prestar servicios de salud materna y neonatal, incluidos los de atención obstétrica de emergencia y cuidado del recién nacido.
En cuanto a la Sra. Yakobo, se hizo modista y abrió su propia boutique. Hoy es embajadora de la fístula y ayuda a otras mujeres que padecen fístula a recuperar sus vidas.