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Para las y los sobrevivientes y defensores de pacientes de cáncer de mama en Palestina, una oportunidad de reunirse
- 22 Octubre 2021
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Franja de Gaza, Palestina – Cuando a Bahia se le diagnosticó cáncer de mama, tuvo que lidiar no sólo con una enfermedad aterradora, sino también con un estigma social que la llevó a sentirse rechazada y aislada. “Mi propia comunidad me acosó. Me llamaban “la calva”, recuerda Bahia, que perdió el pelo durante la quimioterapia. “Peor aún, mi hija de un año sentía miedo de mí”.
Según un informe del UNFPA, las percepciones negativas de la sociedad sobre el cáncer de mama y su asociación con la muerte pueden impedir que las mujeres se realicen pruebas, lo que da lugar a una detección tardía. Muchas personas evitan hablarlo con las demás o buscar tratamiento porque puede afectar el estatus de la familia, o temen ser abandonadas por sus maridos o perjudicar las perspectivas matrimoniales de sus hijas.
De todos los casos nuevos de cáncer registrados, el 16,5 % fueron de cáncer de mama, el tipo más común de incidencia de cáncer en 2020. También representa el 32 por ciento de todos los cánceres femeninos, según el Ministerio de Salud.
Bahia, que apenas empieza su cuarta década de vida, recurrió al Centro de Salud de Mujeres Jabalia (JWHC), apoyado por el UNFPA, que ofrece un curso de fabricación de peluquín y donde, día a día, pudo retornar a una apariencia de vida normal, incluso con la enfermedad. “Mi cabello creció de nuevo”, dijo con regocijo. “Cuando oí hablar del curso, inmediatamente me inscribí. Conocí gente nueva. Nos apoyamos y nos alentamos las unas a las otras”.
De las 45 participantes, 15 eran pacientes o sobrevivientes de cáncer. El resto aprendió a hacer pelucas “como una manera de mostrar apoyo a las sobrevivientes”, explicó In’am, una capacitadora del curso en el espacio seguro. “Colaboramos con otras instituciones para asegurarnos de que las pelucas lleguen a todas las mujeres que las necesiten”.
Wesam fue una de las voluntarias que apoyaron a quienes padecían la enfermedad. Tenía una razón personal para involucrarse.
“Mi madre está muy enferma”, dijo con lágrimas en sus ojos, al explicar que “perdió el cabello y no resiste la forma en que la gente la mira”. Wesam aprendió a hacer pelucas para hacer una para su madre, con quien tiene una relación muy cercana, pero presenciar su sufrimiento tuvo un impacto sobre su salud mental. Entonces se puso en contacto con el JWHC para obtener servicios de apoyo psicosocial, y cuando una coordinadora se enteró de sus habilidades, le pidió que ayudara a organizar un curso para sobrevivientes de cáncer. “Enseñé a las mujeres a hacer pelucas; ¿qué mejor manera de apoyar a mi madre?” adelantó.
Un refugio emocional
Durante más de 20 años, el Centro de Salud de Mujeres Jabalia ha proporcionado formación profesional y de aptitudes para la vida, sesiones de sensibilización sobre la violencia de género y asesoramiento jurídico y psicológico.
“Trabajamos con mujeres y niñas que buscan nuestra ayuda”, explicó Mariam Shaqoura, jefa de asuntos de las mujeres en la Asociación de Salud Comunitaria Abdel Shafi, el grupo que ampara al JWHC. “Escuchamos sus historias y sobre su sufrimiento. Ayudamos en todo lo que podamos, y nos aseguramos de involucrar y abordar la causa raíz de su agonía, que unas veces es el marido y otras veces la familia extendida”.
A veces, la causa raíz es un diagnóstico médico devastador. “El Centro de Salud de Mujeres Jabalia y el equipo de apoyo psicosocial desempeñan un papel importante en el proceso de cambio de la forma en que las sobrevivientes ven la vida”, indicó In’am, capacitadora del espacio seguro. “Se van sintiendo más seguras y más fuertes”.