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Los hombres indígenas abogan por la igualdad de género para beneficiar a las mujeres, y también a los hombres
- 12 Enero 2024
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COMARCA NGABE BUGLE, Panamá – La desigualdad de género es generalizada en todas partes. A nivel mundial, 9 de cada 10 personas, tanto mujeres como hombres, siguen albergando sesgos de género, según un reciente informe de las Naciones Unidas. Estas normas perjudican a las mujeres y las niñas, pero también son perjudiciales para los hombres y los niños.
Este hecho es especialmente evidente para los trabajadores de salud de la remota comunidad indígena ngäbe de Panamá. Allí los trabajadores de salud ngäbe, como el Dr. Orlando López, describen resultados de salud alarmantes para mujeres y hombres, consecuencia tanto de la marginación de la comunidad como de las rígidas normas de género
“Tenemos comunidades que tienen que caminar durante dos días para llegar a una clínica”, explicó el Dr. López. Solo unos pocos caminos pavimentados serpentean entre el terreno montañoso, y los minibuses locales son poco frecuentes, por lo que la mayoría de la gente tiene que caminar.
Pero su aislamiento no es solo geográfico, sino también económico. Una larga historia de discriminación racial contra los ngäbe, incluidas barreras en el mercado laboral formal, han contribuido a la pobreza extrema.
Cuando se añade la desigualdad de género a la mezcla, las dificultades aumentan.
Pobreza, discriminación, machismo
“Aquí los hombres tienen un poder muy grande sobre las mujeres”, explicó Humberto Rodríguez, enfermero de la clínica Hato Chami, en lo alto de las montañas.
Muchos hombres ngäbe son trabajadores migrantes que cosechan café a lo largo de la frontera entre Panamá y Costa Rica, trabajo que los separa de sus familias durante meses cada año. Cuando el hombre de la casa está ausente, las mujeres no tienen la autoridad para entregar las responsabilidades de cuidado de los niños a otro adulto, incluso si entran en trabajo de parto y enfrentan complicaciones. “El esposo no está en casa en ese momento y la decisión no es suya”, explicó el enfermero Rodríguez.
Por supuesto que la desigualdad de género no es exclusiva de los ngäbe, pero el aislamiento y la pobreza extrema que ya ha experimentado la comunidad amplifican las repercusiones. “Desafortunadamente, hemos tenido muchas muertes maternas específicamente porque el esposo no estaba allí”, agregó Rodríguez.
Sin embargo, los hombres también se ven afectados por tales normas. Como ejemplo, el Dr. López enfatizó que los hombres a menudo rechazan la atención médica, con terribles consecuencias para su bienestar. “¿Por qué razón nuestra población en busca de atención médica es predominantemente femenina?”, se preguntó el Dr. López. “Los hombres vienen solo cuando ya se están muriendo o debido a un accidente. Simplemente no visitan los centros de salud”.
Abrazando la paternidad, y el progreso
La resistencia al empoderamiento de las mujeres puede ser extrema en algunos casos. Si una mujer decide participar en la planificación familiar sin el permiso de su pareja, “cuando este se entera, se puede desencadenar algún tipo de violencia”, adelantó el Dr. López.
Pero más comúnmente, es una cuestión de normas aprobadas, en que los hombres son quienes de manera incuestionable toman las decisiones, incluso sobre el cuerpo y la salud de las mujeres. “También hay problemas cuando una mujer debe hacerse una prueba de Papanicolaou”, agregó el enfermero Rodríguez. “Los hombres podrían decir: 'no quiero que vayas al centro de salud porque te harán el examen de Papanicolaou'. Se trata del machismo de los hombres”.
Aquí es donde los modelos de rol positivos están marcando la diferencia.
El enfermero Rodríguez trata de relacionarse con las parejas de sus pacientes embarazadas, no solo por el bien de las mujeres, sino también por los mismos hombres, para ayudarles a abrazar las alegrías y responsabilidades de la paternidad. “Hemos tratado de incluir al padre durante los chequeos del embarazo y el parto”, explicó. “Ponemos al bebé en sus manos porque la atención es inmediata. ‘Mira, tienes que cuidarlo, aprender a cambiar un pañal, tienes que ayudar a la madre’”
El Dr. Jaime Castillo trabaja en la clínica Hato Chami con el enfermero Rodríguez. Él se dedica a establecer una relación con los hombres cuando atiende a pacientes embarazadas, nuevas madres y mujeres que buscan anticonceptivos. “Tienes que amarla como a tu igual, no tenerla como si fuera un objeto de tu propiedad”, le dice a los maridos.
Los defensores dicen que las actitudes están cambiando.
“Los hombres se están dando cuenta de que, con sus salarios limitados, las cosas son más asequibles para ellos” si apoyan el uso de la planificación familiar por parte de las mujeres y si apoyan el empoderamiento económico de las mujeres, explicó Gertrudis Sire, presidenta de la Asociación de Mujeres Ngäbe, que empodera a las mujeres y también se involucra con los hombres de la comunidad. “Hay hombres que superan [el machismo], pero hay que hablar mucho con ellos, guiarlos… La participación en charlas de hombres también es muy importante para nosotros porque ayuda a los hombres a comunicarse mejor. ”
Ciertos hombres ngäbe, como el Dr. Castillo y el Dr. López, señalan a sus propios padres como inspiración.
“Crecí en una familia donde mi padre le dio mucho valor a mi madre y a las niñas”, dijo el Dr. Castillo. Esto es, destacó, “la realidad como debería ser”.