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La lucha contra la mutilación genital femenina en el Sudán: “No sabía que no practicar la ablación a mi hija era una posibilidad”
- 23 de marzo de 2023
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JARTUM, Sudán – “He vivido en mis propias carnes la mutilación genital femenina y el daño que conlleva. No permitiré que mis hijas pasen por lo mismo”, declara Zuha, del estado de Nilo Blanco, en el Sudán meridional.
Zuha contrajo matrimonio en 2009 y se mudó con su marido, Hashem, a la capital del país, Jartum. La mutilación genital femenina era una práctica muy extendida en su aldea, pero, tras el nacimiento de su primera hija, recibió una visita de miembros de una red local de protección comunitaria en Jartum.
Se sorprendió al enterarse de que las hijas de la mayoría de sus vecinos no se habían sometido a esta práctica. “No sabía que no practicar la ablación a mi hija era una posibilidad”, contó al Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).
Alrededor del 90% de las mujeres y las niñas de 15 a 49 años en el Sudán se han sometido a alguna forma de mutilación genital femenina. Aunque la prevalencia de esta práctica está disminuyendo gracias a su tipificación como delito en 2020 y al gran número de iniciativas para concienciar e informar sobre los riesgos que presenta, muchas jóvenes siguen corriendo el riesgo de ser sometidas a este acto de violencia de género, un acto que también constituye una violación flagrante de los derechos humanos.
Tras asistir a sesiones de sensibilización organizadas por la red apoyada por el UNFPA, Zuha estaba decidida a no someter a su hija a esta práctica. Para ayudar a convencer a Hashem, un grupo de vecinos le invitó a tomar té y le habló de los riesgos y los daños que entrañaba la mutilación genital femenina, y de por qué no debía practicar la ablación a su hija. En última instancia, le convencieron al hablar de sus propias experiencias sobre cómo habían protegido a sus hijas.
“Mi marido volvió a casa y me preguntó si era verdad que la mutilación genital femenina era tan perjudicial. Le preocupaba la salud de nuestra hija”.
Zuha y Hashem decidieron no someter a su hija a la mutilación genital femenina y resistir la presión social que ejercían sus respectivas familias. A día de hoy, tienen dos hijas que gozan de buena salud y se han unido a la red local de protección comunitaria para condenar esta práctica y concienciar sobre sus riesgos.
El cambio de las normas perjudiciales empieza en las escuelas
“Voy a continuar mis estudios, y no me casaré hasta que los complete. No dejaré que mutilen a mis hijas”. Zahraa, de 12 años, vive en Town Three, en Wad Al-Mahi, en el estado de Nilo Azul (Sudán).
En Town Three viven personas que se vieron obligadas a desplazarse hace decenios buscando trabajo en el sector de la construcción, en la cercana presa de Roseires. Muchos de los habitantes del pueblo procedían de aldeas en las que no se practicaba la mutilación genital femenina, pero, tras asentarse en Town Three, la habían adoptado para ajustarse a las normas sociales de la comunidad de acogida.
El UNFPA colaboró con la red juvenil Y-Peer con vistas a crear clubes para niñas en las escuelas locales, donde los jóvenes pudieran hablar de esta práctica e informarse sobre cómo puede resultar perjudicial para las niñas y las mujeres. Al principio, la iniciativa se topó con la resistencia de los padres y madres, que no querían que sus hijos denunciaran la mutilación genital femenina, pero, al implicar a docentes y líderes religiosos en las iniciativas de promoción, acabaron aceptando la idea. Se seleccionó y capacitó a una veintena de estudiantes para dirigir las actividades del club, como debates en grupo y obras de teatro interactivas.
En la actualidad, la comunidad de Zahraa apoya públicamente los esfuerzos por abandonar la mutilación genital femenina y, de hecho, han conseguido erradicar esta práctica en su aldea. Los clubes escolares resultaron ser tan populares que los habitantes de la zona y de toda la región —muchos de los cuales eran mujeres— pidieron que se desarrollaran otros programas similares y que se llevaran a cabo planes de trabajo dirigidos por jóvenes y actividades de concienciación sobre la desigualdad de género. También reclamaron mejores medidas en materia de salud y seguridad para toda la gente joven.
Anna, de 63 años, observaba la escena. “Me llena de orgullo ver que ahora otras mujeres son conscientes del peligro que esta práctica supone para sus hijas y me alegra ver que denuncian esta lacra”, declaró.
Unirse para proteger a las mujeres y las niñas
En la actualidad, más de 200 millones de mujeres y niñas vivas han sufrido la mutilación genital femenina. Se calcula que, en 2023, 4,3 millones de niñas en todo el mundo se someterán a está práctica. Además, los datos del UNFPA sugieren que, debido a las interrupciones de los programas causadas por la COVID-19, otros 2 millones de niñas podrían sufrirla en el próximo decenio si no se toman medidas urgentes y coordinadas para evitarlo.
Gracias a la financiación del Reino Unido, el UNFPA colabora con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y la Organización Mundial de la Salud en el marco del programa conjunto destinado a erradicar la mutilación genital femenina en el Sudán, con el fin de acabar con este tipo de prácticas nocivas. El UNFPA y UNICEF lideran el Programa Conjunto sobre la Eliminación de la Mutilación Genital Femenina, la mayor iniciativa mundial para acelerar los esfuerzos por erradicar esta práctica.
A día de hoy, el programa se centra en 17 países y apoya iniciativas a escala mundial y regional. Hasta 2022, el UNFPA ayudó a 89 comunidades del Sudán a exigir públicamente la erradicación de la mutilación genital femenina y, además, contactó con 547 comunidades y les brindó apoyo para que hicieran declaraciones similares.