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Espacios seguros e inclusivos ofrecen a mujeres yemeníes con discapacidad la oportunidad de sostenerse económicamente
- 03 Agosto 2023
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PROVINCIA DE AL HUDAYDAH, Yemen - Durante gran parte de su vida en el Yemen occidental, Nabila sintió que todo estaba en su contra. «Nací con una discapacidad en una pierna. Cuando tenía cinco meses, me inyectaron una aguja equivocada en un músculo de mi pierna buena: no había suficiente personal médico cualificado en el hospital», relata Nabila al UNFPA. Como consecuencia, perdió la otra pierna, lo que afectó gravemente a su movilidad.
Después, su padre —el único sostén de la familia de Nabila, compuesta por cinco niños, y de la familia de su madrastra, compuesta por otros cinco niños, todos menores de 12 años— sufrió una grave lesión en la cabeza en un accidente de tráfico. Dejó de reconocer a los miembros de su familia y en ocasiones era violento. «A veces mi padre nos amenaza con matarnos a mí y a mis hermanos pequeños si estamos a su lado mucho tiempo, así que tenemos que mantenernos alejados de él», explica Nabila, que ahora tiene 22 años.
Quería ayudar a mantener a la familia, pero sus opciones eran limitadas porque no había terminado la escuela. «Por desgracia, cuando estalló el conflicto, destruyeron mi escuela», aclara.
«He sufrido mucho».
Los conflictos, la discapacidad y la discriminación de género suponen grandes obstáculos
Desde los violentos conflictos y el colapso económico hasta los sucesivos desastres climáticos y la grave interrupción de los servicios públicos, el Yemen se enfrenta a una de las mayores crisis humanitarias del mundo. Alrededor del 80 por ciento de la población apenas dispone de alimentos suficientes, agua potable o acceso a servicios sanitarios para sobrevivir.
De los 4,5 millones de personas desplazadas en el Yemen, la gran mayoría son mujeres y niños, y alrededor de una cuarta parte de los hogares desplazados están encabezados por mujeres. A pesar de ello, la discriminación de género está muy extendida, lo que limita las posibilidades de las mujeres y las niñas de estudiar o ganar su sustento. Además, la falta de alojamientos seguros para aquellas personas desplazadas las expone a riesgos de protección, tales como violencia sexual, explotación y abusos.
En muchos lugares las restricciones están aumentando: en algunas zonas del norte del Yemen, las mujeres ya no pueden trabajar de forma independiente debido al sistema del mahram, que exige un tutor varón para poder viajar.
Todos estos problemas se agravan en el caso de mujeres y niñas con discapacidad, que enfrentan un mayor peligro de violencia, abusos y discriminación, incluso cuando los servicios esenciales de salud y protección no existen o no están preparados para satisfacer sus necesidades.
Tomar las riendas de sus vidas
Pero las mujeres y niñas con discapacidad pueden sobrevivir —e incluso prosperar— cuando los servicios de apoyo son inclusivos. Nabila lo aprendió de primera mano en un espacio seguro para mujeres y niñas, gestionado por el UNFPA con el apoyo financiero de los Países Bajos, Suecia y Suiza.
Al principio dudó en visitarlo, no sabía si la aceptarían. Para su sorpresa, no solo fue bien recibida, sino que se le ofreció una amplia oferta de formación y apoyo.
Recibió asesoramiento para aumentar su confianza y sesiones de sensibilización para conocer sus derechos. Se matriculó en un curso de artesanía y, tras dominar las técnicas, empezó a enseñarlas a otras chicas. También comenzó a vender sus productos en el mercado local.
Nabila, que ahora es el sostén de su familia, no se detuvo ahí. Se matriculó en un curso de alfabetización en el centro para continuar su formación, y ahora ayuda a otras niñas a poner en marcha sus propios negocios.
«El espacio seguro me impulsó a cambiar mi vida: descubrí que mi discapacidad no es un obstáculo para alcanzar mis sueños».
Empresarias de éxito en Sana'a
En la provincia de Sana'a, Saba*, que ahora tiene 22 años, nació con una discapacidad auditiva y solo recibió dos años de formación en un centro de educación especial. El resto de su vida lo pasó aislada, en gran parte confinada en casa, hasta que la hermana de Saba se enteró por un líder del vecindario de la existencia de un espacio seguro cercano donde las mujeres y niñas con discapacidad eran bienvenidas.
«Cuando Saba llegó por primera vez al espacio seguro, se mostró retraída y vacilante», cuenta Fatima, voluntaria del centro que recibe apoyo del UNFPA.
Aun así, Saba se matriculó en un curso de formación profesional de dos meses. Cuando tenía dificultades para entender a la formadora, el programa cubría los gastos de transporte para que la hermana de Saba pudiera acompañarla y ayudarla.
«No podía creer el cambio que había experimentado», dice su hermana. «Empezó a sonreír y a saludar a la gente... incluso empezó a conversar con todas las personas que conocía».
«Se convirtió en mi segundo hogar. Allí me sentía segura y apoyada, y me encantaba pasar tiempo con las otras mujeres y niñas. Aprendí mucho de ellas y sentí que formaba parte de una comunidad», afirma Saba.
Nawal*, de 25 años, también asistió a clases en un espacio seguro de la provincia de Sana’a. Perdió la vista a los 10 años, por lo que solo asistió a la escuela un año.
«Mi padre me matriculó en un colegio de educación especial, pero tuve que dejarlo porque no podía seguir pagándolo», recuerda. El conflicto no hizo más que empeorar las cosas: «Lloraba constantemente».
Todo cambió cuando comenzó a asistir al espacio seguro local. «Seguí cursos de formación y aprendí muchas habilidades para la vida, como marketing y gestión de proyectos... A pesar de mi discapacidad, aprendí rápido y a todo el mundo le encantan los accesorios que fabrico».
Al igual que Nabila, tanto Saba como Nawal dirigen ahora sus propios pequeños negocios.
Se necesita financiación constante
En los seis primeros meses del año, el UNFPA brindó a un millón de personas servicios de salud reproductiva, apoyo a la protección y ayuda de emergencia en el Yemen. Para el año 2023, necesitamos urgentemente 70 millones de dólares para mantener estos programas transformadores para las mujeres y las niñas; hasta la fecha, hemos recibido menos de la mitad de esa cantidad.
*Nombres cambiados por razones de confidencialidad y protección