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Empoderar a las mujeres y niñas kenianas con discapacidad en el manejo de la salud menstrual

Anne Wanjiru dirige un programa de sexualidad para personas con discapacidad, que incluye el control de la higiene menstrual. © UNFPA Kenia
  • 24 Junio 2021

NAIROBI, Kenya – Anne Wanjiru descubrió que le había llegado su primer período cuando una compañera de clase de internado le dijo que se le había manchado el vestido. Nadie le había explicado la menstruación, así que la niña, que entonces tenía 14 año y una discapacidad congénita de movilidad y discapacidad auditiva, no entendía por qué sentía malestar y dolor o por qué estaba sangrando. “Ni siquiera sabía cómo usar una almohadilla sanitaria”, avanzó. Una maestra le explicó que los períodos eran normales, le dio ropa interior y toallas, le mostró cómo usarlas y la revisaba todos los días.  

La Sra. Wanjiru, que ahora tiene 29 años y vive en Mombasa, dirige un grupo para personas con discapacidad que cuenta con un programa sobre sexualidad para mujeres jóvenes, cuyas familias y cuidadores a menudo se sienten incómodas al hablar de la higiene menstrual. “Debido a la falta de educación sexual, muchas niñas con discapacidad se dirigen a sus amigos para obtener información que, a veces, puede ser engañosa y peligrosa”, dijo. “A algunas se les ha dicho que para manejar sus períodos, debían tener relaciones sexuales, y terminan con embarazos tempranos y no deseados”.  

Cambio en la narrativa 

El UNFPA se asoció con This-Hability Trust, una organización que promueve los derechos y la inclusión de las personas con discapacidad mediante la colaboración con grupos como el de la Sra. Wanjiru, para mejorar el acceso a la información y los servicios de salud sexual y reproductiva para mujeres y niñas con discapacidad en todo el país. La asociación, que ha llegado a 12.000 personas en ocho condados, también educa a receptores y cuidadores en el manejo de la salud menstrual mediante la distribución de kits de higiene femenina con toallas sanitarias lavables. 

“Hay una narrativa equivocada que retrata a las mujeres y niñas con discapacidad como asexuales”, explicó María Rosa Cevallos, directora de proyecto de This-Hability Trust. “La consecuencia es que no se les proporciona información adecuada sobre su salud reproductiva, incluida la menstruación”. 

Según el censo de 2019, más mujeres (2,5 %) que hombres (1,9 %) viven con discapacidad. A las niñas y las mujeres jóvenes con discapacidad (las más prevalentes son las discapacidades de movilidad, el deterioro visual y las discapacidades cognitivas) a menudo se les niega el derecho a tomar decisiones por sí mismas sobre su salud sexual y reproductiva, lo cual aumenta su riesgo de violencia sexual, embarazo no planificado e infección de transmisión sexual. 

Hay que cerrar brechas

Un reciente análisis de necesidades realizado por This-Ability Trust entre trabajadores sanitarios en Kenya mostró deficiencias en la prestación de servicios de salud reproductiva a mujeres y niñas con discapacidad.

“Muchos trabajadores y trabajadoras sanitarias opinaron que 15 años era la edad apropiada para recibir información sobre salud sexual y reproductiva”, explicó Cevallos. “Esto podría ser demasiado tarde para las adolescentes que presentan su primer período mucho antes de esa edad”.  

El costo de las toallas sanitarias y tampones puede ser prohibitivo a cerca de 300 chelines kenianos (alrededor de USD 3) al mes (según el Banco Mundial, aproximadamente una de cada tres personas en Kenya vive por debajo del umbral internacional de pobreza de USD 1,90 por día). Dependiendo del tipo de discapacidad, algunas mujeres y niñas pueden requerir productos menstruales más caros, como ropa interior para el período. El manejo de la higiene menstrual puede complicarse aún más por la necesidad de depender de otras personas para cambiar las toallas sanitarias y bañarse, o por el acceso deficiente al agua y a otras facilidades sanitarias.

Por eso son tan importantes la conciencia y la educación. “Tenemos que reducir el estigma del período para que las mujeres y las niñas con discapacidad se sientan cómodas al hablar sobre los desafíos que enfrentan durante sus períodos”, declaró la Sra. Wanjiru. “De esa manera podemos asegurar estrategias de salud menstrual más inclusivas que tengan en cuenta nuestras necesidades”. 

 

 

 

 

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