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El UNFPA y el PMA aúnan fuerzas para cubrir las crecientes necesidades en materia de salud reproductiva y nutrición en el sur de Madagascar
- 04 de mayo de 2022
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AMBOASARY/GRAN SUR, Madagascar – A tan sólo semanas de dar a luz a su quinto hijo, Homoroe Haova, de 33 años, se miró el estómago y sonrió, segura de que podría dar a luz con seguridad y podría alimentar a sus hijos en las próximas semanas.
La Sra. Haova era una de las 800 mujeres que habían esperado en cola toda la mañana para reunirse con especialistas en salud reproductiva apoyados por el UNFPA, que visitaban su aldea en la región del Gran Sur de Madagascar, en una región asolada por la sequía.
Las parteras en el lugar trabajaban desde tres clínicas móviles de salud, que se adquirieron con el generoso apoyo del gobierno de Japón. Las clínicas se encuentran entre los ocho vehículos apoyados por el UNFPA desplegados actualmente en Madagascar, que viajan miles de kilómetros por terrenos irregulares hasta llegar hasta las zonas menos accesibles. En las tiendas de maternidad adyacentes al centro de salud local, el personal médico apoyado por el UNFPA prestó asesoramiento en materia de planificación familiar, mientras las y los trabajadores sociales sensibilizaban sobre la violencia de género.
De manera simultánea a este operativo, a pocos metros de distancia, cientos de mujeres, la mayoría cabeza de familia, se reunían para recoger raciones del PMA con arroz, verduras y aceite de cocina para cubrir las necesidades alimentarias de sus familias durante las dos semanas siguientes. El Programa Mundial de Alimentos (PMA) de las Naciones Unidas informa que, de los casi 3 millones de personas que viven en la región del Gran Sur, la mitad necesitan ayuda alimentaria urgente.
Las sequías recurrentes e incesantes han privado a las mujeres y las niñas de medios para mantenerse a sí mismas y mantener a sus hijos. Madagascar era una país ya propenso a desastres climáticos, como ciclones, inundaciones y sequías, y en 2021 sufrió su peor sequía en 40 años, y en los primeros meses de 2022 ya ha encarado ciclones que han destruido miles de hogares y medios de vida.
A través de esta colaboración conjunta de las Naciones Unidas, miles de hogares pudieron lograr acceso simultáneamente a los servicios integrados de salud sexual y reproductiva del UNFPA y a las raciones de alimentos nutritivos del PMA. En el curso del mismo día, cerca de 180 mujeres recibieron consultas prenatales y 84 lograron que les hicieran ecografías. Más de 20 mujeres decidieron comenzar a utilizar métodos anticonceptivos de larga duración, como implantes, y otras 320 recibieron asesoramiento sobre salud sexual y reproductiva, violencia de género y planificación familiar.
También se ofreció a las mujeres exámenes de detección y tratamiento de infecciones de transmisión sexual y cáncer de cuello uterino, y a las sobrevivientes de violencia de género se les entregaron kits de higiene femenina que contenían productos sanitarios y de higiene. Se recibieron unos 45 casos de violencia por motivos de género y se gestionaron o remitieron a una unidad médica especializada. La violencia de género, incluida la violación, es de una frecuencia aterradora en Madagascar, donde más de una cuarta parte de las mujeres sufre violencia física o sexual por parte de su pareja. Durante esta sequía sin precedentes, las mujeres y niñas desplazadas tienen que viajar distancias más largas para obtener agua y alimentos, y eso las expone a un riesgo aún mayor de violencia.
En una visita al centro de distribución, la embajadora de los Estados Unidos ante los organismos de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, Su Excelencia Cindy McCain, saludó la iniciativa conjunta. “En cualquier comunidad en dificultades, las mujeres y los niños son los más afectados. El hecho de que haya una distribución de alimentos orientada a niños y adultos, y una clínica móvil para servicios de salud materna, planificación familiar y violencia de género, definitivamente ayuda a que esta comunidad prospere”, indicó.
En medio de una drástica disminución de la capacidad de las personas de cubrir los gastos asociados con la atención básica de la salud o el acceso a alimentos suficientes, los desastres climáticos en serie han dado lugar a desnutrición crónica y al hambre indetenible en Madagascar. Los recién nacidos y las embarazadas y lactantes en particular enfrentan una diversidad de riesgos para la salud: desde el retraso en el crecimiento hasta el deterioro cognitivo de las niñas y los niños, y las deficiencias de micronutrientes, como la anemia, la malnutrición materna, que pueden ser devastadoras para las personas y las sociedades en su conjunto.
Las familias más vulnerables corren el peligro de recurrir a estrategias como el trabajo infantil, la venta de sus pertenencias y el sexo transaccional para poder adquirir alimentos. Según la OCHA, los índices de matrimonio infantil y forzado ya eran más altos en la zona del Gran Sur antes de la crisis, y las tasas de violencia por motivos de género y abandono escolar no han hecho más que aumentar desde entonces. La pobreza y la limitada información sobre salud sexual y reproductiva están exponiendo a las niñas a niveles más altos de embarazo en la adolescencia, a infecciones de transmisión sexual y a contraer el VIH.
Muchas comunidades remotas de Madagascar no tienen acceso a centros de salud, y el país tiene actualmente sólo una partera calificada por cada 7.000 personas, una escasez crítica que está poniendo en peligro la seguridad de las nuevas madres y las madres en espera en el país. Menos de la mitad de los partos son atendidos por personal de salud calificado, y alrededor del 60 % son partos realizados en el hogar.
El UNFPA ha estado activo en Madagascar durante decenios y apoya 26 centros de escucha y asesoramiento jurídico en todo el país, donde ofrece apoyo psicosocial y jurídico a las sobrevivientes, así como remisiones a hospitales y centros de salud. El UNFPA también cuenta con múltiples programas de capacitación de parteras, que son cruciales en un país donde un promedio de siete mujeres y tres adolescentes mueren cada día a causa del embarazo y las complicaciones relacionadas con el parto.
En el evento conjunto, la embajadora McCain destacó la labor humanitaria del UNFPA y el PMA y su papel en la construcción de resiliencia de las comunidades afectadas por la crisis: “Todas estas son cuestiones que deben abordarse en una situación de esta naturaleza. Todas las personas que hoy han participado aquí y han hecho posible que esto suceda son real y efectivamente trabajadores humanitarios”, concluyó.