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El espíritu empresarial florece entre las poblaciones filipinas en riesgo de contraer el VIH
- 28 Junio 2021
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METRO MANILA, Filipinas – La necesidad es la madre de la invención, dice el dicho, y la COVID-19 creó profundas y amplias necesidades en todo el mundo. Muchos recién desempleados tuvieron que redefinirse para encontrar una corriente alternativa de ingresos a medida que los antiguos viejos se reducían o desaparecían completamente a causa de la pandemia.
En Filipinas, algunas personas encontraron medios de vida trabajando para nuevos patrones: sí mismas. Un piloto iniciado el pasado mes de octubre en Pasay y Caloocian, en Metro Manila, por el UNFPA y el Centro de Soluciones e Innovaciones en Salud, Inc., el programa Oportunidades Económicas para Mujeres y Poblaciones Clave desfavorecidas por la COVID empezó a ayudar a las mujeres que se dedicaban al sexo transaccional y a las mujeres que vivían con el VIH a reducir tanto el impacto socioeconómico de la crisis de salud como el riesgo de contraer el coronavirus al ayudarlas a ganarse la vida en un campo distinto del trabajo sexual.
En lugar de entregar dinero, el programa ofreció capacitación, incluidas aptitudes tales como contabilidad, señalización y productos para lanzar micronegocios, que incluyen servicios de recarga de teléfonos móviles, puestos de comida y tiendas que venden artículos básicos varios o artesanías. Las y los nuevos empresarios luego utilizan los beneficios para apoyar sus empresas, que son monitoreadas por los coordinadores de programas.
Desde entonces, el programa se ha expandido a la ciudad de Cebú y a la Ciudad de Ángeles, así como a poblaciones en riesgo de contraer el VIH, como las y los trabajadores sexuales transgénero y los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres (HSH), y ha beneficiado a más de 250 personas hasta ahora. Estas poblaciones clave, que tienen más probabilidades de tener condiciones de salud subyacentes debido a la pobreza o a la falta de atención médica producto de la discriminación, son particularmente vulnerables a la COVID-19.
Julio*, de 41 años, es un HSH que inició una tiendecita en el exterior de su casa en la ciudad de Cebú después que el Departamento de Salud local le informara sobre la iniciativa. “Aunque empecé con un negocio pequeño, haré todo lo posible por sostenerlo para poder apoyar a mi familia y extender ayuda a otras personas en nuestra comunidad”, afirma el exempleado gubernamental que tuvo problemas para conseguir empleo debido a la COVID-19.
Carmen*, una mujer transgénero de 44 años de edad, también de la ciudad de Cebú, perdió su trabajo como árbitro de voleibol debido a las restricciones sociales, y no pudo encontrar trabajo. Además de cubrir sus necesidades diarias, la microempresa que abrió le presentó una valiosa lección: “Esta experiencia me enseñó que nuestras luchas más dolorosas pueden darnos el crecimiento necesario. Lo que parece una maldición en el momento puede ser realmente una bendición; el final del camino es un descubrimiento de que estamos destinados a viajar por un camino distinto. No importa lo difíciles que parezcan las cosas, siempre hay esperanza. No importa cuán impotentes nos sintamos, no podemos renunciar”.
*Nombres cambiados por motivos de privacidad