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Después de seis meses de guerra, las cicatrices físicas y mentales arrasan a generaciones en toda Ucrania
- 24 Agosto 2022
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KYIV, Ucrania – “Hace guiños cuando percibe sonidos agudos, tal vez como resultado de sus experiencias en sus primeros días de vida. ¿Por qué tendría que pasar por esto?”
Con tan sólo 26 años, Mariia tenía claro que se sentiría abrumada por la emoción de la nueva maternidad. En cambio, la consume la ansiedad que le causa pensar en el futuro de su familia. Arthur, su hijo, tiene ya seis meses, pero aún no ha vivido un día en tiempo de paz: nació en Kyiv el 25 de febrero, un día después de que Rusia lanzara su ofensiva militar contra Ucrania.
En lugar de llevar a su recién nacido a casa envuelto en mantas suaves, la familia pasó cuatro días en un búnker en el sótano del hospital. “Me quedé en el sótano incluso cuando no sonaban las sirenas de ataque aéreo, porque era demasiado difícil subir y bajar las escaleras que conducían a la sala de maternidad”, admitió Mariia al UNFPA.
Fue un parto difícil, y necesitaba atención postnatal después de salir del hospital. “Estaba preocupada por la sutura de la cesárea. No pude comunicarme con mi médico porque abandonamos Kyiv y no había más especialistas cerca”.
Debido al desplazamiento forzado, la grave escasez de servicios de salud reproductiva y el alto riesgo de violencia sexual, la guerra en Ucrania está teniendo un impacto desproporcionado sobre las mujeres y las niñas. Para miles de embarazadas que no tienen acceso a servicios esenciales, el parto trae consigo peligros adicionales: muchos hospitales hablan de un mayor número de bebés prematuros, los centros de salud están destruidos y sufren graves daños, y el personal y los suministros escasean crecientemente.
Las madres y los recién nacidos luchan por sobrevivir
Nataliia estaba embarazada de cuatro meses cuando comenzó la guerra. A pesar del bombardeo, decidió permanecer en la región de Kyiv: allí había dado a luz a sus otros tres hijos y era su refugio. “Nos sentíamos seguros en nuestra casa, aunque las sirenas sonaban constantemente y nada era como antes”, relató al UNFPA.
Sin embargo, la familia tenía demasiado miedo de salir de su refugio, y empezaron a afectarles las crecientes presiones de la vida diaria. Con crecientes niveles de ansiedad y estrés, Nataliia rompió fuente dos meses antes de la fecha de parto: su hijo, Artem, nació ese mismo día y pesó sólo 1,6 kilogramos.
“Estaba muy enfermo, y era muy pequeño. No lo podía cargar bien porque era demasiado frágil”, dijo. Durante sus dos primeras semanas de vida en una incubadora, recibió atención crítica del personal del hospital perinatal de Kyiv, uno de los más de 30 centros que el UNFPA ha apoyado desde que comenzó la guerra.
Aunque Nataliia ahora está en casa en Kyiv, el traumático nacimiento de Artem sigue fresco en su mente. “Como madre, no hay nada peor que pasar largos meses de embarazo, seguidos de un doloroso parto, sólo para ver que la criatura tiene que luchar para sobrevivir", reflexiona.
Parto bajo fuego
La Organización Mundial de la Salud ha informado de más de 473 ataques contra centros de salud en Ucrania. Actualmente se estima que unos 12 millones de personas necesitan asistencia sanitaria, mientras que más de 15 millones necesitan apoyo de protección. Hasta ahora, el UNFPA ha proporcionado suministros y servicios de salud sexual y reproductiva a más de 6 millones de personas desde que estalló la guerra, lo que incluye más de 80 toneladas de equipo y medicamentos para llenar lagunas críticas en 37 hospitales; esto ha ayudado a garantizar partos seguros y servicios obstétricos de emergencia.
Debido a que las mujeres y las niñas corren un mayor riesgo de explotación sexual y violencia durante los conflictos y los desplazamientos, el UNFPA está trabajando con 27 centros para sobrevivientes, incluidos refugios, salas de crisis y guarderías. Se han desplegado más de 100 equipos móviles de salud en todo el país, que ofrecen apoyo psicosocial incluso en las zonas de difícil acceso y asoladas por el conflicto.
Un precio demasiado alto
Como tantas otras personas que tratan de sobrevivir en tiempos desesperadamente inciertos, Mariia ha pagado un precio inevitablemente alto en lo relativo a su salud física y mental. “Desde el comienzo de la guerra, mi vida ha cambiado radicalmente. Nuestra familia creció, pero tuvimos que abandonar nuestra casa. Hemos perdido nuestros ingresos. Intento mantenerme en pie, pero me persigue la ansiedad”.
Seis meses después de que Rusia invadiera Ucrania, la muerte, la destrucción y la devastación acechan en las calles del país. Hay cerca de 6,6 millones de personas que son desplazadas internas, y casi 7 millones de refugiados en países vecinos; la gran mayoría, mujeres, niñas y niños. Se informa de que más de 1.500 mujeres y niñas han muerto desde el comienzo de la guerra, y más de 1.200 han resultado heridas, aunque se piensa que la cantidad real supera con mucho esta cifra.
A medida que el país alcanza un hito que llama a la reflexión, el UNFPA sigue dedicado a proteger la salud y el bienestar de las mujeres y las niñas, y en algunos casos su propia supervivencia. Los conflictos nunca deben privar a las mujeres de sus derechos fundamentales, incluido su derecho a dar a luz de manera segura y digna, y a vivir libres de violencia y abusos.