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Después de un mes de asedio, bombardeos y un sistema de salud destruido, las embarazadas en Gaza siguen atrapadas en medio de una catástrofe
- 09 Noviembre 2023
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GAZA, Palestina – “Las condiciones de trabajo en nuestro hospital son catastróficas. Carecemos de las necesidades básicas para la vida y enfrentamos una grave escasez de agua”, señaló Yasmine Ahmed, una partera del Hospital Al-Shifa, el centro médico más grande de Gaza.
Tras un mes de intensificación de las hostilidades, el sistema de salud en Gaza pende de un hilo: Casi se han agotado el combustible, los medicamentos y los suministros, en tanto que los hospitales, infraestructura y ambulancias están siendo incendiados, e incluso el transporte de los heridos está plagado de peligros.
La Organización Mundial de la Salud estima que desde el 7 de octubre se han producido más de 235 ataques contra la infraestructura de atención de la salud. A medida que aumentan las víctimas, más de una tercera parte de los 35 hospitales de Gaza y casi dos tercios de las clínicas de salud se han visto obligadas a cerrar. Las instalaciones funcionales restantes cuentan con menos de un tercio de su personal e incluso menos recursos.
Por falta de combustible para hacer funcionar los generadores, el hospital Al Quds de la ciudad de Gaza cerró los servicios clave el 8 de noviembre, y el hospital Al Awda, el único proveedor de servicios de maternidad en el norte de Gaza, advirtió de un cierre inminente.
El Dr. Nasser Fouad Bulbul, que dirige las salas de atención prematura y neonatal del hospital Al-Shifa, en la ciudad de Gaza, explicó haber visto “un aumento en los nacimientos prematuros a partir del inicio de los bombardeos de hogares. Hemos tenido que realizar partos prematuros mientras muere la madre”.
Gaza alberga a unas 50.000 embarazadas con acceso limitado a servicios esenciales de salud. Alrededor de 5.500 mujeres deberán dar a luz en el próximo mes (más de 180 nacimientos por día) en medio de un desastre humanitario casi total.
“Muchos de estos bebés son hoy huérfanos”, indicó el Dr. Bulbul al UNFPA, el organismo de las Naciones Unidas a cargo de los asuntos de salud sexual y reproductiva.
Desplazados y en peligro
Sondos, de 26 años, estaba en un avanzado estado de embarazo cuando quedó atrapada en una explosión. Después de ser sacada de los escombros, se sometió a una cirugía y a una cesárea de emergencia en el hospital Al-Hilo de Gaza , un centro dedicado a la lucha contra el cáncer convertido en sala de maternidad.
“Me trasladaron al quirófano para tratar mis piernas porque los huesos estaban destrozados… Después de eso, gracias a Dios, di a luz a una niña. La llamaré Habiba, en honor a su hermana que murió el mismo día”, dijo a UNFPA. En el momento de escribir este artículo, Sondos aún no había visto a su bebé, que permanecía en cuidados intensivos.
Hablando de los peligros a los que se enfrentan las embarazadas, la Directora Regional del UNFPA para los Estados Árabes , Laila Baker, comentó: “Hay que ponerse en los zapatos de esa mujer cuando el cirujano le dice: ‘No tengo anestesia, ni siquiera tengo agua ni jabón para lavarme las manos, pero voy a tratar de salvar tu vida’”.
“Incluso si sobrevive, no habrá nadie que la ayude”, agregó la Sra. Baker.
El parto de Raghda, de 37 años, se ha atrasado, y se le han indicado ocho dosis de un medicamento para inducir el trabajo de parto, sin éxito. “Estoy en mi décimo mes, y me dijeron que necesito una cesárea, pero hay tantos casos que debo esperar mi turno”, dijo a UNFPA. “El médico dice que no hay anestesia... no pueden darles a las mujeres la dosis completa”.
No hay espacio seguro
Las víctimas y las personas desplazadas van llegando a los centros de salud en busca de atención médica y refugio, pero con el aumento de los cortes de electricidad, el equipo quirúrgico y las luces de la incubadora parpadean, y la amenaza de que se pierdan más vidas se torna real.
Según el Ministerio de Salud de Gaza, alrededor del 70 % de los más de 9.700 muertos desde el comienzo de la crisis son mujeres y niños, más un sinnúmero de heridos. Una de cada cuatro de los 2,2 millones de habitantes de Gaza son mujeres en edad reproductiva que necesitan urgentemente acceso a servicios de salud reproductiva.
La Sra. Baker continuó su intervención diciendo que hacen “todo lo posible también para proteger a las niñas que están en centros hacinados y donde la higiene es, en el mejor de los casos, muy mínima. En un centro donde trabajamos, hay un solo baño para mil personas”.
Casi 1,5 millones de personas se han visto obligadas a huir de sus hogares, y cientos de miles de personas se han hacinado en refugios inseguros que representan un grave riesgo de brotes de enfermedades. A medida que se agotan los alimentos y el agua potable, los servicios de protección van colapsando y las tensiones aumentan, al igual que lo hacen los riesgos de violencia de género.
Aumentan marcadamente las necesidades después de un mes de hostilidades
Desde que el 21 de octubre se abrió el paso fronterizo de Rafah (Egipto) para permitir el envío de ayuda a Gaza, 650 camiones han cruzado la frontera ; antes de la intensificación de las hostilidades, un promedio de 500 camiones entraba en Gaza todos los días laborables.
El fin de semana del 4 de noviembre llegaron a Gaza dos camiones cargados de suministros de salud reproductiva proporcionados por el UNFPA, que contenían medicamentos y botiquines cruciales para garantizar partos seguros, incluidos equipo y anestesia para cesáreas. Estos se están repartiendo entre hospitales de toda Gaza, y miles de kit obstétricos seguros van directamente a embarazadas en centros de salud, refugios y otros lugares. Hay, del mismo modo, suministros adicionales listos para ingresar, a la espera de que los convoyes puedan pasar.
Al explicar el contenido y el potencial de los kits, la Sra. Baker dijo que se trata de “distintos artículos, desde una bolsa con una sábana de plástico limpia, una abrazadera para el cordón umbilical y un par de tijeras para cortarlo, una barra de jabón y algunas toallitas para garantizar al menos algún nivel de higiene y ambiente estéril para fines de protección. Los distribuimos a las embarazadas cuando podemos llegar a ellas”.
Walaa, de 35 años, esperaba ver a un médico en el hospital Al-Hilo, después de que una bomba destruyera su casa y sufriera una fractura en el cráneo y la mano derecha. Al hablar con el UNFPA relató que estaba en el noveno mes de embarazo y “podría dar a luz en cualquier momento. Por supuesto que tengo miedo de dar a luz en medio de la guerra… Nada es seguro. Ni los hospitales son seguros”.
Después de un mes de intensos bombardeos y con los recursos más básicos casi agotados, la Directora Ejecutiva del UNFPA, Dra. Natalia Kanem, advirtió en un llamamiento conjunto que se necesita "un alto el fuego humanitario inmediato. Han pasado 30 días. Ya basta. Esto debe detenerse ahora”.