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Día Mundial de la Salud

07 de abril de 2022

Global

La crisis climática es la mayor amenaza para la salud de la humanidad, ha planteado la Organización Mundial de la Salud, que sitúa el número de muertes atribuibles a causas ambientales cada año en más de 13 millones. El tema del Día Mundial de la Salud de este año es “Nuestro planeta, nuestra salud”.

 

En su informe más reciente, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) afirma que entre 3,3 y 3,6 millones de personas “viven en zonas de alta vulnerabilidad al cambio climático”. Los impactos climáticos ya han llevado a millones de personas a vivir en la inseguridad relacionada con el agua y los alimentos.  

 

Esto es profundamente preocupante para el UNFPA, que se guía por el objetivo de cero muertes maternas evitables para 2030; un objetivo que el cambio climático socava peligrosamente. En ambos extremos (es decir, en tiempos de sequía o en medio de inundaciones) las embarazadas y las mujeres que dan el pecho enfrentan desnutrición y hambre. El riesgo de mortinatalidad aumenta con la temperatura, y distintos estudios han revelado la correlación entre la mortinatalidad y las tasas de mortalidad materna. Los desastres naturales provocados por la actividad humana, que afectan a las comunidades, limitan gravemente el acceso a la vital atención prenatal y postnatal. El calentamiento global contribuye a la propagación de enfermedades transmitidas por vectores, como la malaria y el dengue, que han sido vinculados con la muerte materna.

 

Hace mucho tiempo que el mundo aceptó la verdad incontrovertible de que nuestro destino está ligado al de nuestro planeta, que sufre las presiones del cambio climático. Nuestra indiferencia equivale al desprecio de la salud humana.

En su libro, Replenishing the Earth (Renovando la Tierra), la difunta ambientalista y merecedora del premio Nobel de la Paz, Wangari Maathai, escribió: “Me he dado cuenta de que la destrucción física de la tierra se extiende por igual a la humanidad. Si vivimos en un entorno que sufre, donde el agua está contaminada, el aire está lleno de hollín y vapores nocivos, donde los alimentos están contaminados con metales pesados y residuos plásticos, o el suelo se ha convertido prácticamente en polvo, eso nos afecta, nos roba la salud y crea lesiones a nivel físico, psicológico y espiritual. Por lo tanto, al degradar el medio ambiente, nos degradamos a nosotros mismos y a toda la humanidad”.

Si bien los informes hacen sonar con creciente fuerza la alarma de que nuestra ventana climática se está cerrando, la ventana sigue allí, abierta. 

“Por otor lado, la opción contraria es, a la vez, posible y viable”, continuó la Sra. Maathai. “En el proceso de ayudar a la Tierra a sanar, nos ayudamos a nosotros mismos. Si vemos la Tierra sufrir por la pérdida del suelo, de biodiversidad o por la sequía y la desertificación; si ayudamos a recuperar o salvar lo que se pierde… el planeta nos ayudará en nuestro proceso de autosanación y, al fin y al cabo, en lo relativo a nuestra supervivencia”.

 

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